domingo, 21 de noviembre de 2010

¿LOS CUENTOS ORALES NO TIENEN AUTOR?

Hace unos días asistí a una sesión de cuentacuentos. Voz y expresión, sólo con eso consiguen transmitir a los oyentes toda la emoción de los relatos. Me admira la capacidad que tienen para hacerlo, me admira la valentía que supone enfrentarse casi desnudos a su público y que le lleven con la palabra, la sonrisa, la mirada -¿persuasión se llama?- al terreno de la magia, de lo que es posible aun no siéndolo. Pero, a pesar de la belleza de la noche, al final me quedó una sensación amarga en el estómago. ¿Dónde estaban los autores de esos cuentos? Ninguno de los cuentacuentos había mencionado sus nombres, ni uno solo. ¿Acaso eran todos anónimos, cuentos tradicionales que habían llegado hasta ellos por transmisión oral? No, casi todos eran muy modernos, tanto por temática como por estructura... ¿Eran los narradores los propios creadores o habían cogido prestadas las historias de otros? Y, si era así, ¿por qué no pronunciaban al final el nombre del autor? Les pregunté a algunos. Me dijeron que ellos particularmente lo hacían en caso de que alguien les preguntara, sólo en ese caso, pero añadieron que sabían de muchos que se negaban a hacerlo. Eso me hizo pensar que creían que el cuento crecía con ellos, que ellos eran quienes le daban la posibilidad de volar, de hacerse infinito. Puede ser... Sin embargo, aunque ellos lo divulguen, parten de una obra que ya existe y es de recibo que los que la escuchen sepan de dónde proviene y a quién deben agradecérsela -tanto si les gusta como si no-. No estoy hablando ahora de derechos o de copy, sólo de respeto al autor. Si los cuentacuentos son los propios inventores de la obra -y parece ser que muchas veces es así-, los integrantes del público deberían saberlo para aplaudirles doblemente. Pero, si son otros, también deberían saberlo para que una parte de ese aplauso final rindiera tributo a quien les regala una buena historia que contar. Ésa es mi opinión. ¿Qué pensáis vosotros?

6 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo, y ya he pensado lo mismo en más de una ocasión y en diversos países (Argentina, Francia, España, Cuba) donde he asistido a espectáculos de cuentacuentos que no comunican los nombres, las fuentes de su arte. Lo más triste es que en muchos casos, esa "contada" había sido presentada como un acto de promoción de la lectura y, más grave aún, que ciertas instituciones (escuelas, bibliotecas, ferias del libro y otros) suelen convocar narradores orales en lugar de escritores (cuando la presencia de unos y otros es complementaria, y puede ser sumamente interesante). Pero ¿cómo se puede proponer la lectura si la experiencia estética de la narración oral se agota en sí misma, al no incitar a su prolongación en las páginas de uno o varios libros? Es extraño que profesionales de la palabra que indudablemente son buenos lectores y aman la literatura, puedan así cerrarles la puerta al mismo placer a quienes asisten a su espectáculo; sean niños, adolescentes o adultos.

    Y aunque un cuentacuentos no es solo ni necesariamente un promotor de la lectura, vale la pena mencionar que muchas actividades de promoción de agotan en sí mismas, se contentan con el supuesto éxito de la actividad, olvidando que no son más que un medio... Pero esto es probablemente otro asunto.

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  2. Los cuentacuentos deberían citar a los autores de los cuentos, desde luego. Porque si te ha gustado uno de los cuentos y conoces su autor, irás a buscar más obras suyas, para seguir disfrutando. Es una hermosa manera de descubrir autores que no conocíamos. Un par de veces que he asistido a cuentacuentos para adultos nombraron a los autores. En los cuentacuentos infantiles, el autor suele brillar por su ausencia, salvo honrosas excepciones, que incluso muestran el libro a los niños, lo que facilita que estos se acerquen al final de la sesión, en la biblioteca, a ese libro y a otros de su autor.

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  3. Los cuentacuentos deberían siempre decir las fuentes de sus narraciones, sobre todo si no son propias. Normalmente, si son propias, lo suelen decir, pues no quieren que quede en el anonimato. Pero los autores-cuentacuentos de sus propios textos son muchos menos de lo que parece a primera vista. Y es verdad que en muchos casos omiten el nombre del autor o autora por razones variadas: Porque conocen la historia pero no el autor , lo cual no es frecuente; porque pertenece a la tradición oral, y en ese caso deberían citar la fuente oral y/o escrita; porque se les olvida, ya que no tienen incorporado ese gesto en la contada; porque piensan que el cuento ha crecido y se ha transformado de tal manera que ya no es del autor primero, sino una variación personal (aunque basada en...); y por último, y cada vez más frecuente, por miedo a la SGAE, porque piensan que en cualquier momento va a aparecer un detective de la SGAE y les va a exigir derechos de autor al estar en un escenario utilizando textos de autores con copyright. En el colectivo de cuentacuentos el tema se lleva discutiendo desde hace tiempo, y aunque siempre se llega a la conclusión de que se deben citar las autorías, lo cierto es que en la realidad muchos no lo hacen, tal y como ha podido comprobar Marinella. La promoción de la lectura, en ese caso, queda un poco tergivergada.

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  4. Estoy de acuerdo. Se debe citar el nombre del autor del cuento, ya sea popular, propio o de autor. Del mismo modo que se hace en las obras de teatro o en los créditos de las películas.
    En cuanto a los cuentacuentos infantiles, además de citar el nombre del autor (para que se enteren los adultos porque a los niños y niñas les importa muy poco) hay que enseñarles el libro o invitarles a que se acerquen a las estanterías (si están en una biblioteca o librería) para que dsifruten de ese cuento y de muchos más.

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  5. Suele ocurrir. El guionista, el autor de cuentos, la novela en la que se basa la película. Todos los verdaderos creadores pasan a un segundo término. Nos quedan los libros donde sí aparecemos, pero con las nuevas tecnologías...¿será entonces el editor el protagonista?

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  6. por que los cuentos tradicionales no tiene autor

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